lunes, 18 de enero de 2010

HENRY, RETRATO DE UN ASESINO (John Mc Naughton, 1986)


























HENRY, RETRATO DE UN ASESINO


AÑO: 1986
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
DIRECCIÓN: JOHN MC NAUGHTON
PRODUCCIÓN: LISA DEDMOND, STEVEN A. JONES, JOHN MC NAUGHTON
PROTAGONISTAS: MICHAEL ROOKER, TOM TOWLES, TRACY ARNOLD, BRUCE QUIST.


ARGUMENTO:

Henry es un asesino en serie lacónico y solitario que guarda en su corazón un historial de vida que lo ha marcado profundamente. Cuando se coloca a vivir junto a su amigote Otis, además de la hermana de este que llega de visita, irremediablemente contagia a su socio con esa actitud nihilista de la vida y aprovechando el salvajismo y amoralidad del sujeto, lo lleva a cometer una serie de crímenes sin sentido ni razón (de preferencia mujeres), más que la que se sustenta en la profunda rabia en contra del sistema y de enraizados traumas infantiles. Es así como se producen una serie de muertes impulsivas y violentas que terminan, indefectiblemente, generando una actitud auto-destructiva en los tres, sustentada en lo miserable de sus vidas.


COMENTARIO:

Esta película me agarró en curva y me hizo estrellar violentamente en contra de los muros de mi razón… de ahí salí sangrando y dolorido pero en completo silencio, porque lo que acababa de vivir era un trozo de muerte…

HENRY es de esos filmes que me tocan duro, puesto que es una obra sin más pretensiones argumentales que la de evidenciar una serie de fragmentos que bailan en la mente de una persona trastocada por una vertiginosa infancia, donde la figura de los padres no sólo ha estado ausente, sino que se ha presentado en la piel de un par de seres destruidos y destructores… sin mayores conceptos de guía y sin ser modelos de nada…
Eso es lo que ha hecho germinar a nuestro protagonista principal, que más que un mero personaje es toda la atmósfera que se siente a lo largo del filme: dolor, silencio, angustia, recuerdos que se viven una y otra vez, reacciones mecanizadas e instantáneas, ausencia de sentimientos y emociones, un caudal de agresividad desatada y un acertado desfile de cuerpos sin alma… Henry, Otis y Brenda… tres pobres diablos, tres criaturas que necesitan amor…

Recuerdo que antes de ingresar a la universidad en 1993, pasé por un periodo de alienación casi mortal, por cuanto me fueron surgiendo una serie de cuestionamientos existenciales que me llevaron a pensar en explorar otras dimensiones… nada me llenaba, nada me motivaba, mis pensamientos me anclaban a un pasado complicado que se erguía frente a mí como un fantasma que me había seguido por todas mis pesadillas infantiles… fue la primera vez que me enfrenté conmigo mismo… les juro que fue un proceso doloroso, donde no había cabida para mentirse… el auto-desollarse es una de las más fantásticas y jodidas experiencias, pero una de las más necesarias… tras eso, pude pulverizar esos espectros, que estoy seguro se replican en todas las personas, y fui aprendiendo a amar mi universo y a valorar el de los demás… así vinieron personas y momentos inolvidables, que reforzaron aun más mi esencia emotiva (si desde pequeño lloraba con el cuento de pulgarcito)… dicho rollo sentimental me hace preso, por instantes, donde no puedo evitar dejar fluir mis emociones y también libre por volver en acciones positivas esa energía vital (reír, llorar, sentir, enamorar) …

Es por ello que HENRY fue un sacudón importante y un momento que tuvo de dulce y agraz… que seguro no dejará indiferente a nadie, sobre todo si uno se entrega a la película sin las “aterrizadas trabas racionales”…

La cinta se compone de fragmentos que unidos reconstruyen la vida de tres seres producidos por la majadería de una sociedad sufriente pero implacable… se suceden así los asesinatos, la extinción de la vida porque sí, la pérdida de valores y la presencia de pseudo-moralidad que enerva… con un final que simboliza el escenario honesto, cercano, atemorizante y fuera de consideraciones de bondad – maldad que nos circunda más cerca de lo que creemos…

Simplemente, un filme que no necesita de más explicaciones…

ARROLLADOR…