viernes, 7 de mayo de 2010

PEACOCK (Michael Lander, 2009)













PEACOCK

AÑO: 2009
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
DIRECCIÓN: MICHAEL LANDER
PRODUCCIÓN: BARRY MENDEL, RYAN O ROY, KELLI KONOP
PROTAGONISTAS: CILLIAN MURPHY, BILL PULLMAN, SUSAN SARANDON, KEITH CARRADINE, JOSH LUCAS.



ARGUMENTO:

Un sujeto solitario (John) que vive en el pueblo de Peacock en Nebraska tiene una doble personalidad. Por un lado, es un rutinario trabajador de un banco y por otro, una dueña de casa misteriosa y lacónica (Emma).
La rutina que “ambos” tienen establecida para su convivencia se alterará cuando un tren, que pasaba cerca de la casa, tiene un accidente y descarrila una de sus vagones en el patio. Este hecho dará pie para que surjan varios personajes que alterarán el orden establecido, causando un “cortocircuito” en la mente de John, quien descubrirá algo más de si mismo, lo que desencadenará una brecha profunda entre sus dos personalidades con inesperadas consecuencias…



COMENTARIO:

La verdad es que no encontraba cómo abordar el argumento sin deslizar momentos esenciales que no se pueden mencionar… y es que esta pieza
es una invitación a sentir la intensidad, el dolor, las marcas, la furia auto-flagelante, la culpa y el quiebre emocional que corren por las venas de John… este hombre de niñez dura y traumática que convive sus días con su alter ego, Emma, una mujer que pasa a ser su compañera, su esposa, su madre y su personificación de la fractura original… Emma, a mi parecer, es más un ser fantasmal que una persona real, y por lo tanto, es el alma del ser total… dejando a John como lo externo, la apariencia de lo que debió ser, pero sólo la carcasa eh?, porque su ánima femenina se transforma en el corazón interno…

Ahora, ¿por qué se origina todo este enjambre mental en este hombre?, sin duda, por la infancia maldita que vivió, por esos pasajes que lo determinaron tanto que lo terminaron por destruir… después de eso, y ya de adulto, la culpa… esa horrenda sensación que nos vuelve personas dependientes de los rollos psicológicos y que son una verdadera ancla que no nos deja despegan o vivir nuestra propia vida…

La película me tocó muy a fondo… me revolcó en recuerdos y me hizo acercarme aun más a algunas personas del pasado, para comprenderlas mejor y poder apreciar, desde diversas ópticas, sus afecciones y sus actos de dolor, esos que terminaron por extinguirlas… no quiero entrar en mayores detalles, pero les diré que en ese aspecto, el filme es muy real y crudo, y me convence aun más lo necesario de saber colocarse en el lugar del otro SIEMPRE QUE SEA NECESARIO… es en definitiva, un acto de amor y comprensión… si las cosas se dieran por ese talante, seguro que entenderíamos mejor a los demás y sabríamos valorar al ser humano en toda su dimensión… no veríamos virtudes o defectos… sino un abanico de expresiones de una riqueza inigualable…

Lamentablemente eso lo que tocó a John y vamos junto a el en este calvario en que se ha vuelto su vida… sin amor, sin anhelos, sin contención…

Lo que viene luego del accidente: la aparición de personajes que nos van elaborando la figura de nuestro hombre y un hecho especial que gatilla la feroz reacción entre John y Emma… pero eso no lo voy a tocar, simplemente los invitaré a descubrirlo… pero ojo que, en muchos momentos, hay olvidarse de uno y ver sólo a este hombre y su mundo… quizá sea difícil, pero es necesario para acompañarlo en esta íntima travesía…

En relación a algunos comentarios negativos en contra de PEACOCK, en cuanto a que no aporta nada y que es una copia de Norman Bates (PSICOSIS), no los comparto en absoluto, ya que aun cuando existe un lazo entre ambas producciones, en la obra de Hitchcock hay una radiografía del quiebre-dobles roles-demencia total, en cambio aquí el personaje central aun conserva dentro de su dimensión enferma un dejo de humanidad que sobrecoge… a mi me emocionó a rabiar...

La interpretación de Cillian Murphy es de alto vuelo y sin duda asombra su capacidad de desdoblarse en un doble papel que logra dar un registro que produce horror a borbotones… horror de ser conciente, entre tanta inconciencia, de que no somos robots, ni autómatas dentro de ecuaciones lógicas… ¡aquí hay humanidad a trallazos!...


¡GENIAL!…